lunes, 18 de febrero de 2008

Lo uno o lo otro (- actores, + actuadores)

Cuando leí por primera vez a Soren Kierkegaard, no tendría yo mas de 20 años. Recuerdo casi con reverencia la impresión que dejó en mi el primer libro de su autoría que leí, "Enter Eller" que traducido al castellano quiere decir algo así como o "Lo Uno o lo Otro", y que recomiendo ser usado como las drogas psicodélicas: durante la juventud y a modo de experiencia trascendente, y no como puro esparcimiento narcicista. La obra versa sobre la elección que todo hombre debe hacer en su vida: la de vivir una vida ética o una vida estética. Basicamente, este danés de cabello desprolijo sostiene que la vía estética de la vida es un hedonismo refinado, que tiene como fin ultimo y acto primero el de la persecución del placer y el cultivo de la apariencia y las formalidades mas banales. Así, el individuo que ha seguido la vía estética se desespera por encontrar en la variedad y la novedad un intento desesperado por evitar el aburrimiento trascendente y la angustia existencial (estos no son conceptos de Kierkegaard, pero sirven para ilustrar el caso), y finalmente debe de un modo u otro enfrentarse a la desesperación. El camino de la vida ética supone en tanto un compromiso con el deber moral, es decir, con las obligaciones sociales virtuosas y con ciertos mandatos religiosas incondicionales que el observa claramente en el cristianismo primitivo pero que no se cumplen en el catolicismo ni el protentantismo.
Temo que aquello que llaman "izquierda local" (resalto el hecho que no me gusta eso de izquierda y derecha, pero bueno, es a modo de aceptar los juegos de lenguaje preexistentes), progresismo o como se lo titule, que ha sido criada y creada por y para el capitalismo hedonista, aun no haya entendido que la vida estética es las mas de las veces un vehiculo de dominación que de liberación. Y que en su íntimo desprecio por los saberes poco "creativos" (abogacía, contabilidad, arquitectura, ingeniería, etc), termine por ser siempre dominada por la lógica perversa del mercado, que le vende a traves del arte y la ciencia no aplicada, la consumación de la felicidad hedonista.
Para resumir: hay demasiados hombres de izquierda que piensan el mundo en un YO con mayusculas y unos pocos, pero poderosos, hombres de derecha, que saben que la mayoría de los humanos somos yo con minúscula. Y por eso nos controlan.