jueves, 15 de noviembre de 2007

Agarrate la billetera

Recuerdo que yo no tendría mas de 10 años, cuando un viejo quiosquero de mi barrio repetía un viejo apotegma, que, según el anciano, provenía de esa vasta cantidad de frases que se le atribuyen al general Perón. Esta sentenciaba que "cuando los pobres oyen hablar de democracia, se agarran la billetera".
Yo creo (ya que la vida es sólo eso, creer) como los budistas zen, que poco importa la veracidad de la existencia del Buda, pues lo que es necesario para el budismo es la doctrina, la ley, pues los dichos y hechos del Buda son plausibles de mito, glorificación y escarnio según las eras y los hombres, en tanto la ley, puede y debe escaparse de esos destinos.
De mismo modo, considero que poco importa si el dicho fue realmente obra de Perón. Pero creo en cambio que expresa claramente la doctrina que deberían seguir aquellos que se consideran peronistas, justicialistas o como quiera llamarlos el observador de estas líneas. El peronismo, si pretende ser algo aún, solo puede intentar ser la barrera que contenga la avaricia asesina del capitalismo, la depredación de la naturaleza y la humillación del hombre. Y cuando se desconfía de la democracia, no se desconfía solo de un sistema, de una palabra: tambien se sospecha, con la astucia del criollo viejo, que por lo general es mas peligroso el hombre que el lobizón, pues el facón es defensa contra el hombre convertido en lobo, pero poco puede hacer contra lobo vuelto a convertir en estanciero.
Acaso sólo negando a los peronistas que gobiernan, reivindicando sus bases cristianas (notese que omito la palabra católica) y repudiando la maquinaria burocrática y perversa electoral que se autodenomina peronista, solo desde ahi considero que pueden partir los intentos de crear un mundo mas justo. Si no es eso, quizas ya no sea nada. O quizás el peronismo sea solo una palabra que para mi define un anarquismo metafisico. Aun no lo se y no le he develado.
Por eso querido lector, cuando leo en los diarios que los empresarios y los gremialistas celebran los cambios de un gobierno que no intenta por ningún lado distribuir un poco mejor la riqueza, hago lo que decía el viejo quiosquero: me agarro la billetera.

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